Cuando el efluvio del suelo se resfría,
un manto húmedo mece las espigas;
con tiniebla intensa y una sensación fría,
bajo lluvia fina, hacemos buenas migas.
Las pecas blancas del techo que nos cubre,
brillan como luciérnagas encendidas,
guiándonos por las sendas y los caminos
en busca de las sensaciones perdidas.
Reflejo inducido, como luz con ecos,
allá en lo más alto, con manchas de lejos,
nos da cobertura en las horas oscuras,
cuando juntos y a escondidas en los huecos,
retozamos hablándonos con gracejos
para multiplicar nuestras ansias puras.
Emociones que tiemblan y no se ven,
que producen gozo, sombras y placer;
cuerpos que unidos a ritmo de vaivén,
despiertan pegados al amanecer.
Autor:
©José Manuel Rodríguez
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